La ciudad y sus alrededores permanecieron ayer librados a su suerte. Con buena parte de la Policía adherida a la protesta salarial, la ola de saqueos y destrozos a comercios no tardó en expandirse. Ya durante la mañana, los rumores sobre robos a locales del microcentro habían generado una suerte de psicosis entre comerciantes y ciudadanos. A media mañana, muchos de los negocios céntricos atendieron con sus persianas metálicas bajadas. Ninguno quería exponerse a correr riesgos.
Por la tarde se inició el caos en las calles y en los barrios periféricos. Saqueos y robos comenzaron a multiplicarse. Los trabajadores, en muchos casos, hicieron las veces de “policías” para custodiar los comercios. “Estamos defendiendo nuestra fuente de trabajo”. “Nos atacaron tres veces. Los saqueadores se llevaron televisores y electrodomésticos. Pero no andaban sólo en carros y en motos. Hubo un grupo que se llevó las cosas que habían robado en una (Toyota) Hilux y en una (Ford) Eco Sport”, afirmó Ezequiel Pedrosa, gerente de la sucursal de Lomas de Tafi de la empresa Castillo.
En uno de esos tres intentos, unos 10 empleados fueron superados a golpes por los saqueadores y tuvieron que refugiarse en un depósito para resguardarse del ataque. Media hora antes, en la sucursal de los supermercados VEA de avenida Francisco de Aguirre al 2.300, la seguridad privada -a cargo del comisario retirado Víctor Aráoz- repelió con balas de goma a un centenar de atacantes.
A cinco cuadras de allí, en una heladería Grido, en Ramírez de Velasco y Ejército del Norte, se llevaron hasta los frezzers. Patricio Gómez, un comerciante de la zona, denunció un hecho alarmante. “Un grupo de infantería estaba vigilando el Chango Más (Ejército del Norte al 2.400) cuando vino un grupo de unos 30 policías en moto -algunos tenían la cara tapada- a amenazarlos para que dejen de trabajar y se unan a la protesta”, afirmó.